Osorno, la nueva frontera frutícola chilena

Publicado En: abril 17, 2017Categorías: Gremiales

Osorno, la nueva frontera frutícola chilena

Arnaldo Guerra. Revista del Campo El Mercurio
  • Se espera que de aquí a fin de año se llegue a mil hectáreas de cerezos plantadas. Se estima que el potencial de la zona, por clima y agua, es de unas 6 mil hectáreas. El avellano europeo, que también encuentra en la zona condiciones propicias, en tanto tiene rendimientos que van desde los 1.500 a los 3 mil kilos por hectárea, dependiendo del manejo y la zona.

Por el Camino Real, cuatro kilómetros al suroeste de Osorno, no se alcanza a divisar a la orilla de la carretera. Parece el normal paisaje sureño, con verdes praderas especiales para la ganadería. Nada hace apreciar que bajando del camino y entrando al fundo Río Grande, en el sector La Vega, uno se encuentre con un vivero cuyo tamaño incluso asombra hasta a los productores de la zona central que lo visitan.

De él no solo salen plantas ornamentales o forestales. De sus invernaderos este año van a salir tres millones de plantas -suficientes para 2.500 hectáreas-, pero de frutales, como cerezos, avellanos europeos y arándanos, entre otras. Es la apuesta que hizo el holding Grupo Hijuelas, con su División Osorno, empresa que desde la V Región amplía su acción hasta la zona sur. Son 15 hectáreas dedicadas a los viveros, con módulos de 3.500 m2, 18 invernaderos, con riego y fertilización de alta tecnología y monitoreo de nutrición constante. Y tienen contemplada como segunda etapa instalar un laboratorio para el cultivo y propagación in vitro, para el cual ya tienen incluso preparado el suelo donde se instalará la planta.

Si a eso se suma el que importantes empresas de insumos agrícolas, como Copeval, Cals o Agrorama están llegando o ya están instaladas en la zona ampliando su oferta hacia la fruticultura, se advierte que no hay dudas del potencial de crecimiento que tiene la fruticultura en la X Región, y especialmente en la zona de Osorno, que es la que concentra la mayor parte de las incipientes plantaciones frutales, algo impensado hace algunos años, pero que ahora, con el cambio climático mediante, ya es toda una realidad.

También empresas y emprendimientos aislados comienzan a aparecer, ganándoles el quien vive a los agricultores locales, quienes se deciden más lentamente por reconvertir sus campos a frutales, aunque los primeros en hacerlo son los que se dedicaban a los cultivos. Con un poco más de retardo, algunos ganaderos comienzan también a mirar la alternativa a sus decaídas producciones lecheras y de ganado de carne. Los números, en todo caso, respaldan con creces el cambio: a grandes rasgos se calcula que la rentabilidad de una hectárea de cerezos es cinco veces mayor que la de una de avellanos europeos, y una de avellano renta diez veces más que una hectárea de lechería.

El movimiento en el vivero, que es el mejor termómetro para medir los cambios en la fruticultura, indica que hay mucho interés por plantar. Si bien recién enfrenta su segundo año productivo, ya tiene vendidas todas las plantas de cerezos producidas para 2017 y 2018, y se están empezando a vender las de 2019, mientras que en avellanos están empezando a vender la producción de 2018. Así, se ve que vienen cambios para la zona, independiente de que estas producciones alcancen incluso campos de las regiones De los Ríos y La Araucanía.

«Hay una orientación hacia nuevas especies de frutales, como los cerezos y avellanos europeos. En lo berries hay una renovación de variedades importante, principalmente en huertos establecidos», señala frente al fenómeno el director ejecutivo de SAGO, José Antonio Alcázar, quien agrega que una parte de las inversiones correspondería a gente del norte que ha visto en el cambio climático y la disponibilidad de agua una gran oportunidad para invertir en el sur y, además, empresas ya establecidas siguen invirtiendo en sus huertos. En tanto, si bien cree que la reconversión del productor local no es tan importante, reconoce que lo que está ocurriendo es que suelos que antes eran ganaderos o de cultivos hoy son plantados con frutales

La prueba y error rinde frutosos

Jorge Mohr y Andrés Valdivia no solo son ejecutivos de la división Osorno de Viveros Hijuelas, también son osorninos que de manera individual y también asociados llevan algunos años incursionando con plantaciones frutales. Junto con los berries, la apuesta mayor va por el crecimiento de los cerezos y avellanos europeos.

el agrónomo Andrés Valdivia comenzó en 1997 plantando cerezos en Osorno. La partida fue de mucho ensayo y error, probando variedades y portainjertos, con el concepto de la fruticultura de la zona central, cometiendo muchos errores.

«Estuvimos en 2005 con la motosierra lista, porque no le hallábamos la vuelta al tema, pero ya en 2008 empezamos a detectar la variedades y cómo había que hacerlo. Una vez validado el tema de los techos, hoy diría que ya logramos consolidar todo. El proyecto original es un huerto de 20 hectáreas que este invierno se está yendo a 45 hectáreas, y además en sociedad con Jorge Mohr estamos plantando un huerto de más de 80 hectáreas, entonces en el tema de los cerezos vamos a lograr una unidad productiva bastante interesante», señala Valdivia.

Por su experiencia con las plantaciones, cree con seguridad en el potencial frutícola de la zona.

«Tenemos la tranquilidad de que los dos tenemos validado el tema. No estamos ofreciendo humo, sino que la realidad que nosotros vivimos y que tenemos cómo demostrar. En cerezos, el crecimiento ha sido explosivo. Debemos tener con suerte 150 a 200 hectáreas plantadas hoy y nos vamos a ir este año a mil hectáreas. Se está triplicando el crecimiento», señala Andrés Valdivia, encargado del área de cerezos del vivero.

Lo que recalca es que esta producción ya está validada, considerando portainjertos, variedades, techos y las distintas zonas productivas. En Osorno, señala, la apuesta es buscar sectores donde la fruta salga lo más tarde posible.

«En el fondo, es tratar de alejarse lo más posible del peak productivo de la zona central. Y eso se consigue ubicando zonas estratégicas donde haya disponibilidad de mano de obra, suelos con agua disponible, ya que increíblemente en esta zona donde pudiera pensarse que el agua sobra ningún campo tiene disponibilidad de agua fácil», señala.

Valdivia, quien también tiene producción de cerezas en la zona central, hoy por hoy prefiere el sur.

«A lo mejor va a sonar exagerado, pero yo prefiero plantar acá, porque aquí tengo las horas de frío, tengo el techo que me protege, tengo el suelo, tengo el riego, mientras que en la zona central hoy estamos con complicaciones de agua, no se cumplen las horas de frío, tenemos heladas en primavera y así vamos sumando. Si uno pone el factor riesgo encima de la mesa, tiendo a venirme para acá», recalca Valdivia.

Jorge Mohr partió a principios de 2001 con su familia plantando un huerto de avellanos el año 2002. Ese mismo año se fue a Santiago a estudiar Agronomía en la Universidad Católica. En 2005, con la idea de mejorar su inglés partió a Estados Unidos, donde terminó trabajando en la Universidad del Estado de Oregon, en un programa dedicado al desarrollo de nuevas variedades de avellano. Con esa experiencia volvió a Chile trayendo nuevas variedades y portainjertos. En 2007 se asoció con la familia Goycoolea-Sone, dueña del holding Hijuelas hasta que se dio la partida a la expansión al sur. Hoy es el gerente de la División Sur de Viveros Hijuelas, también encargado del área de los avellanos europeos

El empuje que viene del centro

En el caso de los cerezos, se está dando que al productor de la zona le ha costado más agarrar la idea y meterse; en cambio, hay exportadoras de la zona central que están llegando con sus inversiones.

Uno que cree en el desarrollo frutícola osornino es Claudio Sarah, consultor en temas lecheros, miembro del Consorcio de la Leche, pero también fruticultor de la zona de Buin donde tiene 70 hectáreas en las que produce cerezas, uvas y manzanas.

Sarah ya tiene plantados algunos ensayos con 40 plantas de cerezos en su campo a 14 kilómetros de Osorno hacia la costa, que también dedica a la engorda de animales.

«Estoy viendo la posibilidad, según lo que resulte de esto, para poner algunas hectáreasde cerezos y avellanos, que hasta el momento se ven muy bien», señala.

A lo que tiene que hacer frente, dice, es a tres temas fundamentales: el viento, las heladas y la lluvia, pero también a la voracidad de los pájaros, pero las cubiertas protectoras hacen la diferencia, dice.

Por mercado no se preocupa. «Se están haciendo las cosas bien y, aparte de China, se están incorporando nuevos clientes para las cerezas, como Taiwán e India, con lo que se va posicionando mejor la oferta chilena».

«Hoy el boom lo están generando productores de la zona central que se están viniendo a instalar. Están viendo la oportunidad y compran campos y arman estructuras. En el fondo, les están poniendo el pie encima a los productores de la zona, por un tema de reacción. El productor local todavía está temeroso», dice Valdivia.

Como el agricultor es muy tradicional, como en todas partes del mundo, le cuesta cambiar, opina Jorge Mohr. «Los pocos cambios que uno ve los llevan a cabo las nuevas generaciones. Son los hijos de agricultores los que están empezando a tomar el campo y ven que los números con los rubros tradicionales son difíciles, y dicen: ‘Dejemos un pedacito para probar una cosa distinta’. Él es el que da el puntapié inicial. Porque esto es una decisión de vida. Cuando alguien se mete en fruta es para trabajar los próximos 30 a 40 años en eso. Entonces hay gente que cuando ya tiene cierta edad le cuesta el cambio… Es todo un mundo nuevo, ya no tendrá flujos mensuales de ingresos, por ejemplo», señala Mohr.

Por ello se insiste en que lo que se requiere es un cambio cultural profundo para desarrollar el tema frutales.

«Uno puede tener todo el conocimiento, pero tiene que haber gente materializándolo en el día a día. Lo que más nos ha costado es formar gente que entienda lo que estamos haciendo. Que entienda que las plantas no son terneros, que entienda que no es trigo, que las plantaciones tienen otras necesidades de manejo, que hay que desmalezar, que hay que regar, que aunque llueva afuera adentro también se riega. Hay que hacer un cambio cultural en la gente y eso se tiene que hacer de a poco. Pero en general hay un interés fuerte, la demanda por plantas lo manifiesta. El productor local está empezando a moverse, si no va a llegar más gente de afuera», señala Mohr.

Valdivia y Mohr reconocen que no es solo gente de la zona central la que está interesada, sino que también hay inversiones extranjeras.

«No podemos dar nombres, pero hay fondos que han hablado con nosotros y que están mirando opciones», señalan.

Como todo comienza por casa, Mohr comenta que su familia con Gaspar Goycoolea, presidente del holding Hijuelas, participan asociados en plantaciones de avellanos y cerezos. Hoy poseen 60 hectáreas de avellanos y van a sumar 140 más en campos propios y asociados. Y en otra inversión, a la que se suma Andrés Valdivia también están plantando 120 ha de cerezos, con lo que solo este grupo va a sumar poco menos de 400 hectáreas de frutales en Osorno.

«En la zona se podría llegar a tener 5 mil a 6 mil hectáreas con cerezos sin problemas. La limitante va a pasar por analizar si somos capaces de cosechar esa cantidad de fruta», dice Mohr.

Buen augurio para avellanos

Otro promotor del crecimiento en el sur es Cristián Parra, quien salió del Instituto Adolfo Matthei con una mención en producción animal, pero nunca se desempeñó en esa área. Ahora trabaja dando asesoría a empresas y particulares que buscan desarrollarse con frutales. No obstante, tiene un par de hectáreas en producción., y actualmente asesora a una empresa norteamericana que ya tiene 100 hectáreas de avellanos y pretende cerrar 2018 con 200 ha plantadas.

Parra destaca que desde Paillaco al sur hay zonas con clima que cumplen las condiciones para el establecimiento de frutales, tales como lugares libres de heladas, suelos con buen drenaje y días largos, que son las que requiere el avellano europeo. Con lo que la precordillera de la costa, desde Paillaco hasta Fresia e incluso alrededores de los lagos Ranco y Rupanco, cumplirían con esos requerimientos.

«Para mí, el tema de los frutales de nuez, específicamente el caso de los avellanos europeos sería de la carretera hacia la costa», señala.

Para cerezas y arándanos la zona se ampliaría desde el valle central hasta la costa, con el cuidado que hay áreas con mayor presencia de lluvias y granizos en primavera.

Según Parra, el crecimiento en la zona sur está limitado por las zonas climáticas y por la disponibilidad de agua. Hasta el momento, señala, los rendimientos han estado dentro del promedio. Hay huertos de 10 años entre 1.500 y 3.000 kilos por hectárea, con sectores del mismo campo mejores que otros y con años con mejor o peor producción.

«Los rendimientos sobre 2.000 kilos son buenos, por lo menos la rentabilidad es superior a la producción de leche, de carne y de cereales. En avellano con cáscara los precios han estado siempre al alza. Cuando partimos el año 2000 había precios de US$ 1,8 por kilo hasta US$ 3,5 a US$ 3,8 de los últimos dos años. Y este año están cerca de los US$ 3,2 el kilo», señala.

Junto con considerar que se pueden desarrollar los frutales en la zona sur usando las variedades adecuadas y en las zonas propicias, Cristián Parra ve algunos lomos de toro que sortear.

«Para darles continuidad en el tiempo, todos estos rubros nuevos tienen que venir apalancados con investigación local. No sacamos nada los privados con sacarnos la mugre desarrollando este tipo de cultivos, si de atrás no tenemos apoyo en fertilización, en riego, en estudios de enfermedades y plagas, en riego, y en ver de qué manera con tecnología, con nuevas variedades o mejorando algunas características, podemos tener mayor rentabilidad en la zona», destaca Parra.

Por ahora lo que se hace, dice, es trabajar a base de ensayo y error, copiando tecnología foránea o compartiendo experiencias.

«Falta una institución que nos diga que nos va a apoyar con investigación para que este rubro no sea algo pasajero y perdure en el tiempo. Principalmente, la ayuda la estamos recibiendo del INIA Carillanca y acá en esta zona estamos en el aire», añade.

Otro problema que ve es la falta de estímulo al consumo interno, en especial de frutales menores, advirtiendo el beneficio que importa consumir frutos secos, como nueces, almendras o avellano europeo, que tienen una gran cantidad de minerales, o la importancia del consumo de frutos rojos, como arándanos, zarzaparrilla, frambuesas y moras, entre otros.

Tema de preocupación para Parra también es la existencia de un solo poder de compra para el avellano europeo.

«El día que esta empresa tenga los volúmenes satisfechos y mucha gente quede en el aire es preocupante. Me gustaría que se estimulara la búsqueda de nuevos mercados para la fruta. Somos muy buenos productores de calidad, para eso somos especialistas, pero somos muy malos vendedores», señala.

«Es una alternativa interesante para el que quiere innovar. Todavía hay espacio. Se calcula que en 2020 Chile debería estar en 30 mil hectáreas, y Ferrero asegura que tiene el potencial de compra. Adquiere casi toda su avellana a Turquía, pero 1% menos de compra significa la producción de mil ha de Chile»
CRISTIÁN PARRA
ASESOR EN PROYECTOS DE AVELLANO EUROPEO

LO QUE CUESTA ESTABLECER UNA HECTÁREA

CEREZOS

US$ 10 mil
a US$ 11 mil
entre plantas y
sistema de riego.

US$ 20 mil
a US$ 30 mil en techo

AVELLANO EUROPEO

US$ 9 mil
a US$ 10 mil en plantas y sistema de riego

US$ 1.500
a US$ 2.000 en mantención al año

(Estimación general, según Jorge Mohr, gerente de la División Sur).

http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=352384

 

Compartir Esta Historia, Elija Su Plataforma!